martes, 7 de noviembre de 2017

La libertad

Todos buscamos la libertad, queremos ser libres. Un adolescente piensa:”cuando crezca  y no tenga que obedecer mas a mis padres, ahí si voy a ser libre”, pero, ¿Qué es ser libre? ¿No estar presos es ser libre?  La libertad es peculiar, angustia tanto casi no tenerla, como tenerla, ser libre a veces te llena de miedos.
Leí sobre el caso de un hombre que era asmático y que fue puesto preso, la paradoja es que en la cárcel se le pasó el asma. En la cárcel no hay opción, la libertad te da miles de opciones, la libertad te obliga a elegir, una libertad te obliga, es una paradoja.
Hay que estar preparados para reclamar la libertad porque la puedes conseguir. Ser liberado es como abrir los ojos en la luz después de mucha oscuridad. La libertad encandila, enceguece.
Libertad suena a no tener límites pero en realidad ser libres es tener la libertad de moverse entre algunos límites. Libertad es mucho más que elegir, es hacerse cargo de esa elección. 
Es más fácil hacerle caso a alguien, que hacerse caso así mismo, porque eso es ser libre, hacerte caso. Quien quieres ser, ¿Vas a hacerte cargo de lo que eliges? ¿Vas a elegir? Aunque no quieras, aunque no lo sepas, siempre elegimos. Estamos condenados a ser libres. Ser libre es ser esclavo de las consecuencias de tu elección, mmm, otra paradoja. Y hacerte cargo de las consecuencias de tus elecciones te vuelve a liberar.
Todos buscamos la libertad, habrá que hacerse cargo de lo que hiciste, de lo que haces, y lo que vas a hacer, y tener una vida condenadamente libre y plena de sentido.
Poder soltar lo que te aferra es una gran liberación. Yo necesito liberarme, soltar, entregarme, dejarme ir.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Los fuegos de la envidia

A veces siento algo que no puedo reconocer ni ante mí misma. A veces veo el amor que se tienen algunas personas y siento algo muy raro en el estómago, es una mezcla de tristeza y enojo. Algo horrible nace en mí, como si no soportara ver la felicidad ajena. Es como una angustia, una nostalgia por algo que tuve y ya no tengo, pero no sé que es.
Cada vez que veo que alguien tiene eso que yo no tengo se me enciende un fuego, algo espantoso que odio sentir. Me niego a reconocerlo, pero creo que ese fuego que siento, es envidia.
Hay dos motores que mueven a la humanidad, uno es deseo y el otro la envidia, o sea desear lo que desea o tiene el otro. Todos tenemos deseos, son el motor de nuestra vida, no es malo tener deseos, pero cuando no alcanzamos lo que deseamos y lo alcanza otro, ahí nace la envidia.
Nadie desea lo que nadie desea, por ejemplo: Una pieza llena de juguetes y dos niños dentro de la pieza, uno agarra un juguete y el otro por supuesto quiere el mismo juguete. Es decir, está en la naturaleza sentir algo de envidia.
Cuando alguien tiene algo que nosotros no, nos decimos a nosotros mismos: “que maldita, que idiota, que huacha” son expresiones simpáticas teñidas con unas gotitas de envidia, nada grave. “Envidio el vestido que tiene mi amiga, pero bueno, yo voy a tener otro también”.
Pero hay otra envidia que es mucho más peligrosa… la envidia del ser. La envidia del ser es algo tan profundo que a veces casi no lo podemos ver, es decir, ya no envidio lo que tiene el otro, si no que envidio lo que es el otro.
Los fuegos de la envidia tienen poderes casi sobrenaturales, son fuegos que pueden arrasar con todo, pero también te pueden encender un motor.
La envidia no es más que un recordatorio de que algo no estamos haciendo para cumplir nuestros propios deseos. Hay que luchar por nuestros deseos, no darse por vencido nunca. No existe fuerza más poderosa que el deseo, es  indestructible. Nuestro deseo es lo único capaz de apagar el fuego de la envidia.
Cuando sientes envidia te sientes mala, es algo que no nos gusta, algo que nos mata.
Un envidioso envidia algo que puede conseguir, pero un resentido, eso es peor, porque un resentido sabe que jamás va a conseguir eso que tanto envidia.
Sentir que no podemos ni podremos lograr eso que queremos, genera vergüenza y dolor, un dolor que te va matando.

Sentir envidia es creer que uno tiene un derecho, es creer que la vida nos debe algo y que es injusto que se nos niegue, pero la vida no nos debe nada, tenemos lo que queremos y lo que podemos y por todo lo que nos falta, hay que luchar. Cuando luchas, ahí la envidia se convierte en deseo y el deseo, se convierte en motor. 

jueves, 26 de octubre de 2017

Asignatura pendiente

Dicen que un deseo no muere, que insiste, insiste hasta que se hace realidad. Un deseo que no se realiza nos vuelve tenaces o nos obsesiona. Pero algo que dejamos de lado, algo que ignoramos por negligencia o cobardía, se convierte en una asignatura pendiente.
Cada uno tiene su propia asignatura pendiente y una asignatura pendiente es algo más que un deseo insatisfecho. Es algo que te encierra en el pasado, es un ciclo que aún no puedes cerrar o no eres capaz de cerrarlo.

Una asignatura pendiente es una vuelta al pasado para poder avanzar hacia el futuro. Uno no va detrás de una asignatura pendiente, es ella la que te persigue. Una asignatura pendiente te atrapa en un momento y no te deja avanzar. 

jueves, 19 de octubre de 2017

La medida del amor

Los egoístas juegan con el amor, “a ver quien ríe último, ríe mejor”, hacerse pruebas entre parejas para demostrarse ¿Qué?, ¿A nadie ya le basta con un te amo? La gente piensa que la medida del amor es hasta donde es capaz de llegar el otro. Ejemplo: Si una parte de la pareja no quiere casarse, se enoja si el otro tampoco quiere, es decir, uno no quiere, pero sin embargo quiere que el otro quiera.  Eso es de egoístas.

La medida del amor es donde puede llegar uno, y después jugársela por el otro hasta que quiera llegar al mismo lugar si puede. Se desperdicia vida, se desperdicia amor, se compite para ver quién ama más y quien es más amado. El amor no es un es un juego de “a ver quien ríe último, ríe mejor”, el amor es reírse juntos. No se juega con el amor, porque el amor tiene alas y es un poquito reacio. Hoy está, pero mañana no sé y pasado puede no estar. 

jueves, 12 de octubre de 2017

Resistir

Hay que resistir al hambre, al frío, a la violencia, a la impotencia, al odio de los que queremos, al rencor, a la mentira y a la tentación.
Resistir es amar a todos, también a quienes te odian. Es tener el valor y el coraje de hacerle frente a nuestros propios demonios, ser fuertes ante nuestros fantasmas y a nuestras partes más oscuras.
La resistencia es resignarse a algunas cosas, para lograr la felicidad del otro, es pensar en los demás antes que en uno mismo.
La resistencia busca cambiar el rumbo de aquello que va directo al abismo, lucha por todos los medios para sacar a flote aquello que se está hundiendo y la mejor forma de hacerlo es no estar solos, avanzar todos juntos.
Resistir no es dar la lucha por perdida, aunque se sienta perdida, es luchar, siempre.

Resistir, es darse cuenta que sin el otro, no somos nadie, no existimos. Es crecer, es aprender a decir no. Es pensar en la vida que queremos darles a nuestros hijos y luchar por eso. 

jueves, 5 de octubre de 2017

Mejores intenciones

Cuando tienes una amiga que son como hermanas, algunas veces comparten los mismos sueños. Cuando comparten los mismos sueños, piensas que van a ir por el mismo camino. Pero, hay veces que esa persona toma un camino muy diferente al tuyo y es increíble como una persona que pensabas que sabías como era y que tanto conocías, se convierta en alguien con la que ya no tienes nada en común.
Mi amiga era hermosa, talentosa, llena de sueños, llena de vida y se convirtió en algo que ni a ella le gusta lo que ahora es.
Yo confiaba en ella y ella en mí, jamás pensé que todo lo que le confié, se volvería en mi contra en algún momento de la vida.
Tuve que ver como ella, mi amiga del alma, se fuera convirtiendo en una persona a la que ya no reconozco. Ella era una persona con un alma pura, noble, tenía las mejores intenciones, pero algo malo le sucedió en el camino que hizo que cambiara.


Quiero poder ayudarla a que vuelva a ser lo que ella era, tengo las mejores intenciones, pero ella no se deja ayudar y no poder ayudarla hace que me sienta impotente e inútil. 

jueves, 28 de septiembre de 2017

Meducín

Siempre he sido una persona que ama su vida aunque también soy algo disconforme, pero por sobre todo, tengo mala suerte. Mala suerte en varios aspectos pero al qué me refiero ahora es a como se dice comúnmente: “soy yeta”. Siempre me pasan cosas qué sólo me pasan a mí. Es algo realmente sorprendente. A veces le digo a mis amigos: “oye sabes qué me pasó tal cosa” y siempre contestan: “Eres tú, eso sólo te pasa a ti”. Y si, hay cosas bizarras qué sólo me pasan a mí, por ejemplo de lo qué quiero hablar hoy es de un viaje qué tuve hace poco. En vacaciones fui a Miami, cualquiera qué va a Miami va con ciertas expectativas, o sea, ES MIAMI!!! Pero claro, como no puedo dejar de ser yo ni aunque esté al fin del mundo, tenía qué pasarme algo poco común.
Resulta que estaba en la piscina del hotel con un sol increíble, el día era perfecto, pero me aburrí de la piscina entonces quise ir al mar con mis primas… Fuimos, el agua estaba maravillosa, estuvimos un rato ahí y luego nos íbamos a salir del agua para ir a almorzar, resulta qué una de mis primas no quiso salir del agua tan rápido y me pidió qué me quedara con ella a lo qué yo accedí. Comienzo a nadar hacia atrás para poder estar a una profundidad más acorde a mi estatura y siento una corriente eléctrica pasar por todo mi cuerpo, comencé a gritarle a mi tía qué me ardía el brazo, qué algo me había picado, me salgo del agua, miro mi brazo y tenía en la parte superior casi llegando al hombro, unos tentáculos marcados, eran varios, no sé cuantos en realidad pero habían varios grandes, y entre medio muchos pequeños, como latigazos en miniatura y comenzó la hinchazón. Entramos al hotel, le muestro el brazo a una persona qué trabajaba ahí y me puso vinagre, yo dije: ¿Por qué vinagre?, a lo qué él contestó qué me había picado o mordido una medusa (no sé realmente lo qué hacen), me puse histérica porque por lo qué sé son venenosas, pero finalmente no pasó a mayores y estuve todo el día con el brazo hinchadísimo y con un ardor qué era insoportable, hasta qué pasó.
Sé qué quizás no es la GRAN historia, pero yo me pregunto: ¿a cuántas personas qué se van de vacaciones les pasará esto? O sea como tanta mala suerte, conocimos mucha gente en el hotel y nadie sabía qué andaban medusas en el mar como si fueran peces. Pero en fin, me pasó y desde ahí aprendí la lección y sólo piscina.


PD: Por cierto, mi familia sabe qué soy “yeta” así qué optaron por reírse de la situación en vez de estar preocupados y mi apodo en las vacaciones fue MEDUCÍN.