A veces siento algo que no puedo reconocer ni ante mí misma.
A veces veo el amor que se tienen algunas personas y siento algo muy raro en el
estómago, es una mezcla de tristeza y enojo. Algo horrible nace en mí, como si
no soportara ver la felicidad ajena. Es como una angustia, una nostalgia por
algo que tuve y ya no tengo, pero no sé que es.
Cada vez que veo que alguien tiene eso que yo no tengo se me
enciende un fuego, algo espantoso que odio sentir. Me niego a reconocerlo, pero
creo que ese fuego que siento, es envidia.
Hay dos motores que mueven a la humanidad, uno es deseo y el
otro la envidia, o sea desear lo que desea o tiene el otro. Todos tenemos
deseos, son el motor de nuestra vida, no es malo tener deseos, pero cuando no
alcanzamos lo que deseamos y lo alcanza otro, ahí nace la envidia.
Nadie desea lo que nadie desea, por ejemplo: Una pieza llena
de juguetes y dos niños dentro de la pieza, uno agarra un juguete y el otro por
supuesto quiere el mismo juguete. Es decir, está en la naturaleza sentir algo
de envidia.
Cuando alguien tiene algo que nosotros no, nos decimos a
nosotros mismos: “que maldita, que idiota, que huacha” son expresiones simpáticas
teñidas con unas gotitas de envidia, nada grave. “Envidio el vestido que tiene
mi amiga, pero bueno, yo voy a tener otro también”.
Pero hay otra envidia que es mucho más peligrosa… la envidia
del ser. La envidia del ser es algo tan profundo que a veces casi no lo podemos
ver, es decir, ya no envidio lo que tiene el otro, si no que envidio lo que es
el otro.
Los fuegos de la envidia tienen poderes casi sobrenaturales,
son fuegos que pueden arrasar con todo, pero también te pueden encender un
motor.
La envidia no es más que un recordatorio de que algo no
estamos haciendo para cumplir nuestros propios deseos. Hay que luchar por
nuestros deseos, no darse por vencido nunca. No existe fuerza más poderosa que
el deseo, es indestructible. Nuestro
deseo es lo único capaz de apagar el fuego de la envidia.
Cuando sientes envidia te sientes mala, es algo que no nos
gusta, algo que nos mata.
Un envidioso envidia algo que puede conseguir, pero un
resentido, eso es peor, porque un resentido sabe que jamás va a conseguir eso que
tanto envidia.
Sentir que no podemos ni podremos lograr eso que queremos,
genera vergüenza y dolor, un dolor que te va matando.
Sentir envidia es creer que uno tiene un derecho, es creer
que la vida nos debe algo y que es injusto que se nos niegue, pero la vida no
nos debe nada, tenemos lo que queremos y lo que podemos y por todo lo que nos
falta, hay que luchar. Cuando luchas, ahí la envidia se convierte en deseo y el
deseo, se convierte en motor.
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